https://youtu.be/hIHZx1m5-Gw?si=cuc0fy8xYH0fWEOb
Hay confesiones que no se pueden decir a la cara porque el aliento se entrecorta y la piel empieza a traicionar a la razón. Si te tuviera frente a mí, me inundaría la vergüenza, me ganaría el pulso la emoción y terminaría buscándote la boca antes de poder articular una sola palabra. Por eso te escribo: porque el papel no tiembla cuando evoco el calor de tu cuerpo.
Entiendo que las cosas han cambiado, pero mi memoria celular se niega a aceptarlo. Después de cinco años recorriendo cada centímetro de tu anatomía, soltarte es como intentar olvidar cómo se respira. No es solo que te extrañe; es que mi piel todavía tiene hambre de ti. A veces me siento perdida, desorientada, buscando en la oscuridad ese refugio que solo encontraba entre tus sábanas y tu pecho.
No es dependencia, es el eco un de un incendio que se niega a ser ceniza.
Me da igual lo que digan los de afuera, esas voces que hablan de "superar" como si el deseo se pudiera apagar con un interruptor. No entienden que mi proceso de sanación pasa por reconocer que aún vibro bajo tu recuerdo.
Para mí, no eres un "ex". Esa palabra es gélida, estéril, insuficiente para alguien que ha sido mi dueño, mi cómplice y mi mejor naufragio. Prefiero vernos como dos amantes en tregua, cuidándonos con una delicadeza que solo quienes se han entregado por completo conocen.
Te agradezco que sigas ahí, habitando este espacio incierto conmigo. Tu cuidado y tu paciencia en este laberinto de sentimientos me desarman. No cualquiera sabría sostener la tensión de estar presente sin invadir, de acompañar sin presionar, y yo me rindo ante esa generosidad tuya.
Te escribo estas líneas porque entre nosotros las palabras siempre sobraron cuando los cuerpos hablaban. Escribo porque el dolor me quema, pero el deseo me mantiene viva. Me llevo conmigo el sabor de cada encuentro y la marca invisible de tus dedos sobre mi piel.
Dame tiempo para reconstruirme, para que este fuego deje de escocer y empiece a iluminar.
Te espero el miércoles... y ya sabes que mi cuerpo no sabe mentir.
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